Pastoral
Integrantes
- Responsable Sor Inés Santos
- Coordinadora: Ainara Irazabal
- Sor Maria Clerigo
- Sor Olivia
- Sor Begoña
- Silvia Rusiñol
- Patricia Pacheco
- Toñi Burgos
- Andoni Salvador
Tú eres
Seguro que todos conocemos el pasaje bíblico (Lc 9, 18-20) en el que “estando Jesús orando a solas, se le acercaron los discípulos y Él les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Los discípulos contestaron: “Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha surgido un profeta de los antiguos…” Él les preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo”. Respondió Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Durante el curso anterior aprendimos a dejar a un lado “las cosas que se ven”, para contemplar las que son “invisibles a los ojos”, ir a lo profundo y descubrir ahí al Dios de los pequeños detalles, los que son imprescindibles para vivir con sentido.
Este año la Iglesia celebra el año de la fe, y queremos que nuestro sentir vaya también encaminado a ese mismo don. Un don que no puede medirse con ningún sistema métrico conocido, y al que no podemos (ni queremos) ponerle ninguna nota. Es más, si Jesús viniera a examinarnos de nuestra fe, nos diría algo así como… “¡¡Estáis todos aprobados!!”.
Imagina que la vida es como un partido de futbol. Jesús es nuestro entrenador y nosotros estamos a punto de salir al campo de juego. Sólo necesitamos las últimas palabras de ánimo y las instrucciones para jugar bien. Y lo único que Jesús nos dice es que “ya tenemos el partido ganado”. Desde esa tranquilidad tenemos dos opciones: o pasar olímpicamente del partido (porque ya lo tenemos ganado y no queremos complicarnos la vida), o poner toda la carne en el asador, dejarnos la piel en el campo de juego y sentir la alegría de la victoria. Jesús prefiere que juguemos, que “disfrutemos del partido juntos”, que sintamos que merece la pena salir y darlo todo… para ganarlo a Él: LO MEJOR.
A Jesús le importa bien poco lo que piensen los demás, sólo quiere saber qué sientes tú por Él, y por eso te pregunta: “y tú, ¿quién dices que soy yo?”. Podríamos darle mil respuestas: el amigo que nunca falla; el que me concede lo que le pido como si fuera una barita mágica; aquel a quién recurro sólo cuando estoy mal; a quien sustituyo por el dios dinero, el dios consumismo, el dios felicidad momentánea… Todas estas respuestas son las típicas de aquellos que prefieren sentarse, porque saben que el partido está ganado, y viven la vida aferrándose a lo que no merece la pena.
Pero, si decidimos jugar el partido y saborear que hemos ganado, nuestra respuesta hoy en día sería algo así como:
TÚ ERES… ¡LO MEJOR!
Durante el curso anterior aprendimos a dejar a un lado “las cosas que se ven”, para contemplar las que son “invisibles a los ojos”, ir a lo profundo y descubrir ahí al Dios de los pequeños detalles, los que son imprescindibles para vivir con sentido.
Este año la Iglesia celebra el año de la fe, y queremos que nuestro sentir vaya también encaminado a ese mismo don. Un don que no puede medirse con ningún sistema métrico conocido, y al que no podemos (ni queremos) ponerle ninguna nota. Es más, si Jesús viniera a examinarnos de nuestra fe, nos diría algo así como… “¡¡Estáis todos aprobados!!”.
Imagina que la vida es como un partido de futbol. Jesús es nuestro entrenador y nosotros estamos a punto de salir al campo de juego. Sólo necesitamos las últimas palabras de ánimo y las instrucciones para jugar bien. Y lo único que Jesús nos dice es que “ya tenemos el partido ganado”. Desde esa tranquilidad tenemos dos opciones: o pasar olímpicamente del partido (porque ya lo tenemos ganado y no queremos complicarnos la vida), o poner toda la carne en el asador, dejarnos la piel en el campo de juego y sentir la alegría de la victoria. Jesús prefiere que juguemos, que “disfrutemos del partido juntos”, que sintamos que merece la pena salir y darlo todo… para ganarlo a Él: LO MEJOR.
A Jesús le importa bien poco lo que piensen los demás, sólo quiere saber qué sientes tú por Él, y por eso te pregunta: “y tú, ¿quién dices que soy yo?”. Podríamos darle mil respuestas: el amigo que nunca falla; el que me concede lo que le pido como si fuera una barita mágica; aquel a quién recurro sólo cuando estoy mal; a quien sustituyo por el dios dinero, el dios consumismo, el dios felicidad momentánea… Todas estas respuestas son las típicas de aquellos que prefieren sentarse, porque saben que el partido está ganado, y viven la vida aferrándose a lo que no merece la pena.
Pero, si decidimos jugar el partido y saborear que hemos ganado, nuestra respuesta hoy en día sería algo así como:
TÚ ERES… ¡LO MEJOR!